como si los peces pudieran salir del agua para sentir la textura del aire y ver de cuantas formas se puede ver el mar. De una sensibilidad húmeda ha una tensión seca, sin temor, pero con cautela para no perderte, para no quedarte dentro de la esfera de aire, con oxigeno que no viene guardado en dos bolsitas de hidrogeno, siento como se pierde, el nocturno sol se pierde.
estás entrando a un cuarto diferente, a la última dimensión de los fotogramas de la vida, con las respuestas a tu forma, te deshaces, eres un pedazo, la tira delgada donde la emulsión del negativo se ha quedado estática, tu vida en un segundo, sin vida pero perdida, atrapada, en el no saber.
entré sin permiso a la junta de los dioses, me mostraron el poder de la hierba para llevarte al lugar secreto de la verdad, donde sientes cada partícula de tu vida, ves el viaje que tiene tu destino y compruebas la existencia de un final.
quieres llorar, sin encontrarle sentido a ello, ves la vergüenza dibujada en tus actos pretendiendo demostrar que ya no puedes más; estás perdido en las llamas del temor, sujétate de la última rama del árbol verde, derrite tus piernas en la tierra que te está viendo morir.
respira lo que no existe aunque se te esté secando la garganta, pídele a tu fiel vasallo que te de agua para que puedas adentrarte a la verdadera locura que transita por el camino estrecho de las piedras gigantes.
recordemos todo, regresemos por favor a la ciudad donde se te ha terminado la mentira, sonríele a todos por haber encontrado la distinción de ser uno más dentro del juego y ser el juego mismo que se adentra al ser, el ser que se mata pero no se deja morir.
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