al ver su mirada gigante el miedo consume las ideas de su alrededor, pero en realidad es tan débil, tiene un marcapasos de cristal que le corta la sangre en partículas diminutas. Se pierde en un cajón de incertidumbre, repitiendo a gritos lo que los demás dicen, deletrea cada error que sus semejantes cometen hasta llegar al punto de ser, él mismo, un gran error.
Cierra su vida a imágenes acústicas desvestidas, puramente líquidas, sin sazón y con dolor. Ya no pretende soñar en vuelos lunares, sólo quiere jugar a ser un dios, una estrella que ya no vuela, una estrella de aparador.
Es tan bueno, tan perfecto, es un hermoso error, pero se está quebrando en la naturaleza fumando ideas que no son de su corazón. Repite la historia que tanto ha odiado convirtiéndose así en su magnifico depredador.
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